Lino Mendoza dedicaba sus décimas al pueblo, a la familia, a los niños, maestros y amigos. . En los diciembres componía de manera jocosa versos para recitarlos la noche del 31, en lo que se denominaba el testamento de año viejo, echándole broma a amigos, familiares y a la comunidad en general.
DÉCIMA DE CÓMO SE FUNDÓ NUESTRA POBLACIÓN "EL GUAYABO"
I
El Guayabo era una aldea
y con buenos principios
escogieron este sitio
pero yo tengo una idea.
Yo le pregunto al que sea
quién fue el primer fundador
la respuesta no señor
en realidad yo no sé
y mucho menos quién fue
aquel primer constructor.
II
Ranchos hechos de madera
con techo de palma real
en una forma ideal
que tiempos los de esa era.
La gente fue muy sincera
en el tren de su trabajo
luchando de arriba abajo
así criaron a sus hijos con respeto
no se les oía un ¡ajo!.
III
En ese tiempo se hablaba
de céntimos y cobritos
de la locha y el mediecito
con un real, ¡qué no compraba!.
Un obrero se ganaba
uno con cincuenta diario
la comida y el vestuario
dependía de ese jornal
diez cincuenta semanal
y esos no son comentarios.
IV
De esos grandes fundadores
muy poco se habla de ello
y lograron lo más bello
digno de grandes honores.
Humildes trabajadores
que lucharon con empeño
era ya un pueblo pequeño
con mucha prosperidad
se realizaron sus sueños.
V
Los años fueron pasando
y el pueblo se convirtió
y todo lo que se vio
como iba progresando.
El agricultor luchando
el comercio hay constante
pero lo más importante
el pueblo dijo a surgir
cuando el gran ferrocarril
no habían mil habitantes.
VI
Se quedó con ese nombre
de aquél árbol tan frondoso
según era muy hermoso
dicho por aquellos hombres.
Una Belleza de nombre
de aquél árbol tan formado
si alguien venía hacer mercado
le decía a su compañero
en El Guayabo te espero
con mi caballo amarrado.
"UNA POESÍA A MI GUAYABO"
Aquí en la orilla del río
había un frondoso Guayabo
que al fin y a cabo
se llama así el pueblo mío.
Fue una aldea, un caserio
gracias a mi Dios sagrado
un viejito amigo mío
me informó de este guayabo
que estaba muy bien parado
muy cerca una choza había
y esos que en bestia venían
ahí mismo las amarraban
y sus tragos se tomaban
mientras sus mercados hacían.
Otros en balzas venían
o en su propio cayuco
de sus humildes conucos
su producción la traían
sus ranchos los construían
de madera y palma real
y en esa forma ideal
lo más tranquilos vivían.
Ellos estaban al día
esos grandes fundadores
humildes trabajadores
que lucharon con empeño
se realizaron sus sueños
ellos dieron al comienzo
hoy nuestro pueblo es inmenso
y yo con gusto lo alabo
¡Qué me vaya de El Guayabo!
eso jamás ni lo pienses.

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